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Boca púrpura

Comienza la carrera: sobreelvivir

Actualizado: 9 sept 2023

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Entre proyectos y quehaceres cotidianos busqué el espacio para investigar consejos e iniciar a escribir un blog. Hay algo de mí que siempre ha preferido remitir a referencias externas. Entendí, gracias a Ali Abdaal, que un bloqueo importante para mi escritura pública es pensar que a nadie va a interesarle lo que tengo para decir, pues hay tantas personas tratando de llamar la atención sobre sí o sus proyectos y empresas, que pareciera una tarea vana el introducirse en el juego. Sin embargo, Abdaal retoma una lección que internet nos ha dado: no eres la única persona interesada en lo que sea que te interese, e incluso esa es la nueva manera de hacer mercado; peripecias de su avance a través del tiempo. Cuando pienso en el concepto de nicho, no puedo sino imaginar una serie de bolitas congregadas entre sí, haciendo asimismo, bolitas más grandes:


No eres la única persona interesada en lo que sea que te interese

Los algoritmos hacen su trabajo y conocemos gente, ya sean amigos o conexiones comerciales. Entonces, partiendo de la verdad más urgente de mi vocación literaria, comenzaré esta serie de comunicaciones, tratando de establecer un contacto. Tal vez conmigo misma, tal vez con un otro. Como sea, no pierdo sino esfuerzo, pero es algo que de cualquier forma tengo que hacer, más allá de mis pretensiones. Because numb is how i feel deep inside my soul.



A partir de ahora estoy dispuesta a compartir abiertamente lo que mi pluma alcanza a obtener de la palabra, lo que el pensamiento alcanzó a decir de la observación. Soy yo, una mirada de escritora, lejana e inmersa hasta la coronilla, perteneciendo a eso que nunca le fue. Escritora que ama con locura y dice para curar de sí el juicio, para resonar en otros y así, abolir las distancias esquemáticas y estériles, poder oír, más allá de su propia muerte...


Escuchar respuestas.



Un tema que he traído en mente es la escritura de una nueva novela. He estado trabajando en ella los últimos dos años y, sin embargo, aún no tengo nada de ella. Estuve arrojando pedazos de palabras, según se me iban ocurriendo escenas o diálogos, o a veces simplemente reflexiones que conectaban con mi vida diaria.


Escribir es un trabajo que se hace siempre.

Pero eso no basta, se requiere organización. La inspiración y el ser tomada por las voces de los dioses es la parte pasional del arte, pero queda aún esa parte que le da una forma refinada por la técnica o, para no sonar tan rebuscada, el trabajo que se le imprime a las cosas.


Trabajo de escritorio, le llamo yo, en el caso de la literatura.



Adjunto la música que me despierta una atmósfera mientras escribo. No es toda la que suena, es la que me resuena conforme voy escribiendo para ti estas palabras. Y no alcanzo siquiera a imaginarte... pero sé que estás ahí. Cuando estas palabras sean pronunciadas por tu voz, ahí estaremos junt@s. Ahí estaremos. Esta magia artística, el poder de tocar a otro atravesando tiempos y espacios; por ella estoy aquí, y a ella agradezco el refugio y la capacidad que me ha dado. ¡Cuántas veces no estuve del otro lado! Escuchando palabras de alguien en quien decidí confiar, porque era tan coherente, contrario a lo que me encontraba en mi realidad inmediata. Los escritores fueron mis primeros maestros, los primeros adultos en quienes verdaderamente confié.



Es curioso, pero revisando las notas sobre la novela encontré una donde decía que, y porque así trabajé también con Tormenta de Voces, The New Abnormal de The Strokes, me acompañaría durante la escritura de Ausencia de Mirada. Ese es el nombre que tengo decidido por ahora, y tiene un carácter de permanencia en mis sentidos.


Ausencia de Mirada va justamente de eso: no tener mirada. En múltiples sentidos. Ineludiblemente encontré el enfrentamiento entre generaciones humanas, la convivencia y la crianza dentro del esquema familiar y capitalista que conocemos, y ésta maravilla de The Strokes, donde hacen crítica a lo humano desde una perspectiva infantil, siempre lo infante siendo regulado, siendo introducido a su sociedad, viéndose obligado a definir su personalidad. Definir su yo, definirse. Adquirir un nombre.


Conforme vayan avanzando las entradas de este blog, podré ir presentando los delirios que he elaborado muy gustosamente desde la teoría científica y psicoanalítica, la filosofía, la literatura, las propias capacidades racionales e intuitivas, y la propia insistencia por entender lo que entiendo del mundo, por definir mis creencias y asegurarme de que ¡estoy creyendo lo mejor que creo posible!



Mujer oliendo su cabello
Katrin Rayarram 2021

Después de transitar y repasar durante 28 años de mi vida por los truculentos caminos de la tragedia, he decidido virar hacia el orden de la comedia. ¿Qué ocurre de ese lado? Es una pregunta abierta. Así que he retomado lo divertido que tenía en mí y que se reguló tras la adolescencia —¡muy a su pesar!, créeme; a la diversión no le gusta encerrarse... más que para ciertas cosas—. Ese fuego... Casi extinguido para mí y muerto en sitio de tantos. Regulado para la mayoría. ¿Regulado estaba mi fuego? Porque con esa depresión y ansiedad que viví durante tantos años, y que sólo se acrecentó con la pandemia, me sentía oscura y sin vida. ¿Regulado estaba mi fuego? ¿Qué pudo sofocarme de esa forma? Preguntas que elaboré, tantas que no respondí. Pero de todas ellas, siempre me ayudó buscar la respuesta. En el camino cambié mi vida. Me siento más libre que nunca, entiendo lo que es dar el salto y atreverse a volar, a caer, a volar cayendo, a caer volando, repicar. Recomenzar.


Soy escritora, psicoanalista, siempre lo fui. En algún punto encontré las palabras para decirlo... el método para ser parte del orden que regula a la palabra, para poder acercarme a algunos aliados a quienes les interesara la vida de la forma en que a mí lo hace. Nombrarme escritora me permitió conocer escritores, y así pasa con todo. Se trata de atrevernos a caminar por esas desconocidas sendas, ¡pero si a la experiencia le encanta conocer! Nombrarme me permitió tener una mirada de mí misma.


¿Qué mirada tienes de ti?






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